martes, 18 de mayo de 2010

UN EXTRAÑO EN EL PARAISO

Vino un extraño a Galicia
en un mes de primavera,
a inhalar sutil perfume
de esta agraciada tierra;
cuando vio lo hermosa que era
nuestra Galicia querida,
gritó a los cuatro vientos
esta bella poesía:

-¡Cuanta belleza en el campo!
¡Cuanta belleza en el mar!
¡Cuanta belleza en el monte!
Y toda ella natural...
Campiña verde y florida
hace de alfombra al pasar,
hasta pisar las arenas
de las playas de su mar...
Se oye aquí un jilguerillo,
se oye allá un verderol,
y un labrador con su yunta
va cantando bajo el Sol:

“Cando brúa Currubedo
e hay brétema no Castrove,
non te descoides labrego,
apura o carro que chove.”

Codornices se levantan
de en medio de un centenar,
sus hijos quedan piando
comida les van buscar...
Luego se ve un conejito
saltando sobre la hierba,
y el zorro lo acecha atento
desde el umbral de su cueva.
Ya está cayendo la tarde,
la noche va a comenzar,
el campo se abre a la Luna
de plata, sobre el pinar.
Se oyen las ranas allá en el río,
haces de estrellas las ven croar,
brilla el ocaso rojo, amarillo
sobre las aguas del ancho mar...
Pasa una moza por el camino,
garrida y bella como una flor,
va con el mijo para el molino
cantando alegre cual ruiseñor:

“Non me caso cun labrego,
non quero mais traballar,
noite e día, todo ano,
para nunca nada aforrar.”

-Con un nudo en la garganta
y sin poderlo remediar,
abrazando a los labriegos,
dijo el amigo al marchar:

De aquí me marcho llorando
por no poderte llevar
Galicia...de los gallegos,
a mi clima tropical.

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